El número de osos polares se ha reducido enormemente en las últimas décadas. Hasta hace algunos años, los osos polares se cazaban desde embarcaciones de motor, avionetas e incluso helicópteros. Esta caza masiva puso a la especie al borde de la extinción, por lo que acabó prohibiéndose. También se ha perseguido el uso de cebos envenenados para matar a los osos. Las amenazas más modernas las constituyen la acumulación de contaminantes en el hielo y atmósfera árticos, y el calentamiento que está afectando a su ecosistema. Según estudios canadienses (2005), el hielo de las zonas habitadas por estos animales, se está derritiendo hasta tres semanas antes que en la década de 1970, obligando al oso a retirarse a tierra firme sin haber completado sus reservas de grasa, que pierden durante el verano y el otoño en forma tan crítica, que afecta a la capacidad de las hembras para quedar preñadas, y minan su capacidad de producir leche para alimentar a sus crías. Esto ha provocado una caída del 15% en la tasa de nacimientos.
El cambio climático originado por el calentamiento global es una de las mayores amenazas para la vida silvestre de todo el mundo, ya que puede conducir a la desaparición permanente de un elevado porcentaje de vida vegetal y animal. Dependiendo del ecosistema, este cambio ocasionará aumento del nivel del mar, deshielo de los casquetes polares, sequías, acidez, incremento de la temperatura oceánica y cambios meteorológicos sorpresivos. ¿Esto tiene alguna relación específica con los orangutanes? Sabemos que Borneo y Sumatra están conformados por grandes extensiones de bosque tropical (cada vez más reducido) que debido a la cantidad de lluvias y condiciones climatológicas favorables, miles de especies de árboles y plantas se desarrollan de manera abundante, suministrando una amplia variedad de alimentos para los integrantes del género Pongo. El aumento de grados centígrados provoca la disminución de precipitaciones pluviales en esas zonas, lo que conlleva a un pobre crecimiento de frutos y hojas indispensables en la alimentación de los orangutanes.
Este roedor adorable que vive en los estados de Oregon y Nevada ha tenido que sobrevivir a condiciones extremas. El aumento de las temperaturas son particularmente difíciles de soportar par el pica, ya que la exposición a sólo 25 Celcius podría matarlos. Debido a esta, este tipo de roedor se ha visto obligado a trasladarse hacia las montañas para mantenerse en el clima al que están acostumbradas.
Debido al aumento de las temperaturas de los océanos, los peces y crustáceos han disminuido y, por ende, han afectado también a las aves marinas a causa de la falta de comida. De hecho, muchas poblaciones de peces se están moviendo más al norte o a las zonas más profundas del océano para escapar de los mares más cálidos, por lo que es más difícil para los frailecillos obtener los alimentos que necesitan para ellos y sus crías. Aunque los peces son capaces de migrar a mejores climas más fácilmente, estas aves sólo pueden cazar a una cierta distancia de sus zonas de anidación.
A estos animales se les está haciendo más difícil encontrar los hábitats fríos y con nieve, una de las consecuencias del calentamiento global. A esto se suma que los renos están teniendo problemas para encontrar su comida. El liquen y el musgo del que se alimentan es cada vez más escaso en estas áreas del ártico.
Un estudio de Nature dijo que se espera que la población de pingüinos bajen en un 19% en este siglo. Al igual que los osos polares, el cambio del clima afectará en la comida y los hábitats donde se reproducen.
La caza furtiva sigue siendo una amenaza para el gato grande, pero también lo es el cambio climático, puesto que las temperaturas suben y los ecosistemas de montaña cambian. Por otra parte, a los leopardos de nieves les cuesta cada vez más hallar sus presas habituales debido a que están desapareciendo o moviéndose a diferentes áreas, lo cual ha lo ha llevado a atacar el ganado y con ello, a estar cerca de los humanos. Además, se trata de una especie difícil de hallar, ya que son animales solitarios, en donde se estima que existen entre 4.000 y 6.500 de éstos felinos en el mundo.
La Universidad Drexel de Filadelfia, Estados Unidos, publicó en un estudio que los pandas podrían morir por el calentamiento global. Los pandas cuentan con suficiente bambú para no morirse de hambre, pero la extinción de estos peludos se deberá a que el calentamiento global hará que se quemen las cosechas de la alimentación y los osos podrían morir. Las altas temperaturas desestabilizan la temperatura del panda, si la fuente de alimento se quema por el calentamiento global, ahí es donde se inicia el problema de extinción. Un panda es capaz de comer de 13 a 15 kilos de bambú durante un día.